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Dos estafadores se hacen pasar por tejedores y se ofrecen a proporcionar a un rey ropas maravillosas tejidas con una tela tan fina que sólo se puede ver si se es listo o se tienen las cualidades necesarias para desempeñar sus funciones. El rey les contrata para que le creen una magnífica prenda nueva, así que se ponen manos a la obra... pero los maleantes no piensan hacer nada.

Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia.No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera que se dice de un rey: "Está en el Consejo", de nuestro hombre se decía: "El Emperador está en el vestuario". Hans Christian Andersen (Odense, 2 de abril de 1805) fue un escritor danés mundialmente conocido por sus relatos infantiles.

Había una vez un emperador muy aficionado a los trajes nuevos y que gastaba todo su dinero en vestir con la máxima elegancia. Un buen día se presentaron ante él dos estafadores que se hacían pasar por sastres y aseguraban que podían hacer un traje con la tela más suave y delicada que pudiera imaginar, con los más hermosos colores y dibujos. Además, afirmaban que sus confecciones poseían la extraordinaria cualidad de ser invisibles a toda persona que no fuera cualificada para su posición.

Este cuento trata la historia de un emperador muy presumido al que le encantaba vestirse con los mejores trajes y variar su vestimenta. Un día llegaron al reino dos estafadores que afirmaban poder hacer un traje con la tela más suave y delicada que pudiera imaginar, y que solo era invisible a inútiles o ineptos para un cargo. Esto llegó a oídos del Emperador que les encargó uno para él, pero el éste se llevará una gran sorpresa.

Hace muchos años vivía un rey al que le gustaba mucho vestir bien. Un día oyó decir a un modisto que podía fabricar la tela más suave y delicada que se pudiera imaginar que además tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. El rey hizo el encargo.