-Una noche de otoño le pregunté si le gustaría compartir su vida conmigo-
Ella dijo no
Noche lluviosa,
lágrimas de mil estrellas,
dolor del desamor,
sonrisa que a mi alma no tocó.
¿Estás aquí, escondida en mi soledad?
No sé dónde estoy, encuéntrame,
no quiero perderme más en este cuarto lleno de vacío,
donde el frío que siente mi corazón
no me permite sonreír por miedo a gritar.
Lágrimas que caen por el silencio
enmudecido de tus labios.
Adiós del pasado
no quiero que vuelvas más.
¿Por qué te recuerdo?
Sin merecerlo tienes de mí el permiso,
sin yo quererlo estas aquí, conmigo.
Cuerpo hermoso,
diosa latente de un reinado de ensueño.
Sueño contigo, pero vivo sin ti.
Vivo por ser contigo,
muero por existir sin ti.
Hay algo en el pasado
que no alcanzo a comprender:
hay algo que por ti he hecho,
pero hay algo que por ti no haré.
Tiempo, transcurres incesante
en tu marcha de horas y minutos,
no tienes piedad
por el que ruega
un segundo de tranquilidad,
un segundo en reconocer,
un segundo en poder llorar;
enjugar el pasado que en el presente está.
¡Ah, pequeña rosa!
Oculto entre tus pétalos
el corazón le entregué.
Amiga roja, compañera de ensueños,
suspiro de esperanza;
ahora te busco y no te encuentro.
Perdón te pido por los errores cometidos.
En tu tallo, de rodillas, beso tus espinas.
Comprender acaso debo
pero mi corazón no lo permite.
¿Por qué no lo entiendo?
¿Será que no puedo, será que no quiero?
¡Dios! Tan profunda herida
dejó en mi alma ella
que, aunque aceptar debo,
a mi alma la resignación no llega..
Palabra dicha en un segundo,
pero la asimilación no acierto,
aunque ya en suplica, ya en ruego,
ya en un momento de frustración,
de ira, de dolor,
pido al pasado
que no regrese a mi encuentro,
mas pido,
que el anterior segundo de aquel momento,
sea por siempre eterno.