imaginemos que nuestros dientes tienen sus propios héroes en forma de cirugía periapical y radicular. Estas técnicas tienen un objetivo impresionante: salvar un diente enfermo y evitar que sea arrancado de nuestras bocas. A pesar de su noble propósito, estas técnicas a menudo se han malinterpretado y debatido, lo que resulta bastante sorprendente, ya que, en esencia, son procedimientos destinados a preservar y no a destruir.
Comencemos con el debate sobre cómo llamar a estas técnicas. La cirugía periapical se enfoca en la parte final de la raíz del diente y los tejidos circundantes, mientras que la cirugía radicular abarca toda la raíz. Ambas expresiones resaltan la anatomía y el área de trabajo involucrados, lo que tiene sentido.
Sin embargo, incluso el término "apicectomía," que se usa comúnmente, es un tanto equívoco, ya que se refiere únicamente a la resección del ápice de la raíz. Pero, como veremos más adelante, la apicectomía es solo una fase de este proceso quirúrgico, aunque una fase característica. Llamar a toda la intervención por el nombre de una de sus fases no parece del todo correcto.
También se han utilizado términos como "cirugía endodóncica" o "endodoncia quirúrgica," enfocándose más en el perfil del profesional o en la disciplina odontológica que en la técnica en sí. Pero aquí, tanto el aspecto quirúrgico como el enfoque en el sistema de conductos tienen su lugar.
Estas técnicas tienen una larga historia que se remonta al siglo IV a.C., y han evolucionado con los avances científicos, particularmente en el siglo XX y principios del XXI. Sin embargo, debido a conceptos erróneos, maniobras obsoletas y resultados variables en estudios, la controversia persiste. Nuestro objetivo es destacar los conceptos más actuales en este campo y abordarlos con un espíritu crítico