El tercer molar inferior, llamado comúnmente cordal inferior, constituye una de las intervenciones quirúrgicas más habituales en el campo de la cirugía bucal. Se estima que solo alrededor del 20% de estos molares logran emerger de forma normal, lo que explica la necesidad de intervenir en el restante 70% debido a su erupción anómala. En torno al 10% de los casos, este molar sencillamente no llega a formarse.

Los accidentes mecánicos relacionados con los terceros molares incluidos pueden afectar varias áreas, incluidos los dientes, la mucosa, el hueso, la articulación temporomandibular (ATM) y las prótesis dentales.

Los accidentes reflejos relacionados con terceros molares incluidos pueden manifestarse en sujetos con distonía vegetativa y suelen estar asociados con una excitación prolongada, generalmente debido a una afección crónica como la pericoronaritis crónica o el granuloma marginal.

Los accidentes tumorales asociados a terceros molares incluidos, especialmente en la mandíbula, son considerados inadecuadamente como "tumorales" debido a su apariencia clínica y radiográfica

Los accidentes infecciones son los accidentes más relevantes cuando hablamos de terceros molares incluídos y suelen comenzar con la pericoronaritis, una infección que afecta la cavidad pericoronaria del tercer molar y sus paredes. Aunque los síntomas de la pericoronaritis suelen ser moderados, su importancia es fundamental, ya que da origen a otros tipos de complicaciones infecciosas.

Desde una perspectiva embriológica y anatómica, los terceros molares nos plantean un panorama intrigante. Estos dientes, ubicados en cada hemiarcada, comparten un mismo origen epitelial, siendo el tercero algo así como el "heredero" del segundo.

Hoy nos adentramos en un tema jugoso en el mundo de la cirugía bucal y maxilofacial. Hablamos de esas situaciones en las que los dientes deciden ser rebeldes y no quieren salir a la luz. Imaginen esto como una especie de revuelo en la boca que lleva a los cirujanos dentales a una verdadera acción.