Acerca del conflicto -además de fratricida- que ha acaecido en España el pasado siglo XX: oficialmente la Guerra Civil. Oficiosamente la Incivil Guerra se había escrito y por ende publicado bastantes novelas. Por ejemplo "LA GUERRA DEL GENERAL ESCOBAR" de JOSÉ LUIS OLAIZOLA. Premio Planeta 1983. Múltiples ensayos: "EL NIÑO QUE PERDIÓ LA GUERRA" de JULIA NAVARRO y muy pocos textos teatrales: "LA VELADA DE BENICARLÓ" de MANUEL AZAÑA, "LAS BICICLETAS SON PARA EL VERANO" de FERNANDO FERNÁN GÓMEZ. Premio Lope de Vega 1978 amigas y amigos internautas de nuestras "Letras Encadenadas". El infamante y miserable suceso- por expresarme con cierta suavidad- se dilucidó por esa querencia tan desgraciadamente habitual de los españoles: poner sus partes nobles encima de la mesa para ver quien pone más. Las consecuencias y las secuelas fueron tan graves que se han extendido hasta este siglo XXI. Dentro de dos años se cumplirán noventa años desde su inicio y diez años más tarde su centenario. Todavía existe en unas ciertas capas de la sociedad española temores a que la situación política se desmadre y volvamos a cuando Paquito y sus espadachines dieron un golpe de estado ilegítimo para derrocar a un Gobierno que supuestamente era legítimo, pero que su victoria en las urnas de febrero de 1936 dejó ciertas sospechas y dudas acerca de posibles amaños o pucherazos. Al menos así lo dejó escrito en sus memorias publicadas en el año 2012 el primer presidente de la II República: NICETO ALCALÁ ZAMORA. Tanto los vencedores como los neutrales, que se declararon «ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio» y los perdedores. Todos, todos perdieron mucho más que ganaron. Los terceros fueron condenados al ostracismo y prácticamente fueron desposeídos de su nacionalidad. Era muy complicado el que a un maestro de escuela purgado pudiera obtener el pasaporte para poder salir al exterior. En la mente del "dictator imperator" sólo existía una sola España. Las de los supuestos vividores a costa de la camisa azul, el yugo, las flechas y la inquebrantable fidelidad al Generalísimo y a los Principios del Movimiento Nacional. Por otra parte, es muy palpable que a pesar de los tiros entre los propios paisanos de los dos bandos hubo una especie -digamos- de confraternización entre unos y otros son evidentes. Algunas fotografías de los rojos republicanos y los nacionales fascistas jugando al fútbol o intercambiando víveres demuestran lo que les acabo de decir, y que además recoge el sensacional dramaturgo IGNACIO PAJÓN en su magnífica obra de teatro "SETECIENTOS SACOS", que fue galardonada con el accésit del décimo sexto certamen de Teatro Mínimo ÁNIMA T. SUR, que se viene celebrando desde hace más de una década en la ciudad vecina y amiga de Leganés. Le ha editado fabulosamente bien la editorial INVASORAS. Una formidable editorial que se viene especializando en la divulgación de textos teatrales. "SETECIENTOS SACOS" es una pieza teatral mínima o corta, que está compuesta por tres cuadros, que viene a representar las tres reglas básicas que debe de tener toda narración: a) desarrollo, b) núcleo y c) desenlace. Narra las vicisitudes de tres personajes: IVÁN, ROSA y MIGUEL en un puesto de vigilancia durante los- esto no lo dice explícitamente, pero se intuye- durísimos combates en la Ciudad Universitaria de Madrid en noviembre de 1936. Ese conjunto de facultades y escuelas universitarias forman la que es actualmente la universidad más grande de España: la Complutense. Los muros vetustos de, por ejemplo, las facultades de Filosofía y Letras, Derecho o Medicina podrían hablar perfectamente de lo que padecieron hasta que Paquito dijo que «ya todo se había acabado. Que ya estaba bien de matarse innecesariamente». IGNACIO PAJÓN crea, construye, une tres escenas homogéneas en una obra dramática con ingenio y talento. Nos demuestra un excelente dominio de un subgénero difícil, y más si es breve y complicado como es el escribir dramaturgia. Dramaturgia que será después llevadas a las tablas para su representación. "SETECIENTOS SACOS" nos resulta muy interesante tanto por su contenido: la Guerra Civil o Incivil Guerra siempre ha ejercido un reclamo, una atracción especial por todo - entre otras cosas- halo de épica, de enigma, sufrimiento..., que toda lucha fratricida tiene; como por su forma. Tanto IVÁN, ROSA y MIGUEL están impresionantemente bien construidos. Lo sabemos desde las primeras líneas de sus diálogos cómo son cada uno y su función primordial en la obra. Obviamente yo no les voy a desentrañar las peculiaridades de cada uno, pero sí quiero resaltar el poder, la fuerza de la palabra mostrada en sus diálogos. Una palabra, un lenguaje sencillo. claro e impactante, que en algunos casos llega a sobrecoger si escrutas lo que es el clímax, el ambiente que les rodea. Cada uno es protagonista y a la vez antagonista de los otros dos. A pesar de ese encono, de ...