Un hombre joven estaba muy interesado en lo misterioso, en lo esotérico. Fue en busca de un santo que era conocido por guardar muchos secretos, pero del cual era muy difícil sacarle uno. El joven dijo: "Ya veré. Voy a dedicar toda mi vida a su servicio y obtendré todos sus secretos, los misterios." Así que se quedó con el viejo santo. El viejo santo le dijo: "Estas innecesariamente perdiendo tu tiempo. No tengo nada, soy tan solo una pobre vieja alma. Porque no hablo las personas piensan que estoy ocultando algún secreto, pero no tengo nada que decir así que me mantengo en silencio." Pero el hombre dijo: "No puedo ser persuadido tan fácilmente, vas a tener que darme el secreto que abriría la puerta a todos los misterios." Cansado del hombre joven, porque por 24 horas el tipo estaba ahí; el pobre viejo santo tenía que gestionar su comida, tenía que pedirle a alguien que se hiciera cargo de su ropa, y el invierno estaba llegando y va a tener que necesitar aún más ropa! Se había vuelto una carga. Finalmente el viejo hombre se hartó, le dijo al hombre joven: "Hoy te voy a dar el secreto, no es muy difícil es simple. En el Tíbet hay un mantra popular que la gente religiosa repite: "Om manu padme hum". Dijo: "Todo está oculto en esto." El hombre joven dijo: "No me engañes, todo el mundo conoce ese mantra, no es un secreto, es el mantra más conocido entre los tibetanos." Él dijo: “Es cierto, es ampliamente conocido. Pero nadie conoce la llave para abrirlo. ¿No te gustaría conocer la llave para abrirlo? El joven dijo: “¿Llave? Nunca he oído que haya una llave para abrir un mantra”. “¡Ese es el secreto! La llave es que, mientras repites el mantra, sólo durante cinco minutos, no dejes que ningún mono se te venga a la cabeza”. Dijo: “¡Pareces un viejo idiota! En toda mi vida nunca he pensado en un mono. ¿Por qué debería pensar en uno ahora? Bajó corriendo las escaleras del templo donde vivía el anciano santo. Pero extrañamente, a pesar de que no estaba recitando el mantra, los monos comenzaron a acercarse, riéndose. Cerraría los ojos y ellos estarían allí. Corría hacia este lado y ellos estarían allí. No estaban afuera, estaban dentro de su cabeza. Y poco a poco la multitud se fue haciendo más grande. Tan lejos como alcanzaba ver, ¡solo monos y monos, y haciendo todo tipo de circo! Él dijo: “Dios mío, ¿esta es la llave? ¡Ya la cagué! Y ni siquiera he comenzado el mantra”. Finalmente dijo: “Déjame darme un buen baño y deshacerme de todos estos monos”. Pero cuanto más los alejaba, más saltaban hacia él. Se bañó, quemó incienso, se sentó en una postura religiosa de loto, pero hiciera lo que hiciera, los monos lo observaban desde todos lados. Él dijo: "Es extraño, los monos nunca han visitado esta casa..." Lo intentó toda la noche, pero no pudo repetir este simple mantra Om mani padme hum sin que los monos saltaran. Por la mañana estaba tan cansado. Él dijo: “¡Este viejo santo, lo mataré! ¿Qué tipo de llave...? Por la mañana corrió hacia el anciano santo y le dijo: “Por favor, llévate la llave. ¡Estoy casi loco! El anciano dijo: “Por eso no se lo decía a nadie, porque la llave es muy difícil. ¿Ahora entiendes por qué me quedé en silencio? Él dijo: “No quiero escuchar una sola palabra tuya. Retira esta llave y déjame ir a casa. ¡Y no quiero que estos monos me sigan!” El santo dijo: “Si devuelves la llave, nunca más repitas el mantra. ¡Vendrán los monos! No puedo evitarlo, no están en mi poder”. El hombre dejó caer el mantra, dejó caer la llave. Descendió los mismos escalones y no había ningún mono en absoluto. Cerró los ojos y no había ningún mono. Miró a su alrededor y no había ningún mono. Él dijo: “Es extraño…” Lo intentó sólo una vez en el camino, para ver qué sucede cuando dice Om mani padme hum y cierra los ojos. ¡Y empezaron a llegar de todas direcciones! Los derechos de autor de las palabras de Osho pertenecen a la fundacional Internacional de Osho en Suiza.
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