A cualquiera que se le pregunte qué es el packaging posiblemente dirá que es un elemento muy importante para ayudar a alargar la vida de un producto y proteger su calidad, integridad e higiene, además de tener una función promocional fundamental en el proceso de venta. El packaging surgió de la necesidad básica de la humanidad de almacenar y transportar sus alimentos de un lugar a otro. Lo cierto es que, pese a su importancia, resulta ser un concepto que no puede existir por sí mismo, ya que necesita de un producto para ello. Obviamente, si no hay producto no hay necesidad de que exista un envase que lo contenga. Los envases que vemos en los lineales de un supermercado son un sistema de funciones que se divide en dos grupos: las técnicas y las de marketing. Las funciones técnicas se encargan de contener, proteger, transportar o preservar el producto, mientras que las de marketing se encargan de comunicar, promocionar, exponer, atraer o informar al consumidor sobre él. Todo esto representa un laborioso proceso en el que se mezclan ciencia, ingeniería, arte e incluso psicología, lo que hace de la industria del envase y embalaje un ámbito profesional extremadamente complejo, pero muy apasionante. Un punto interesante sobre el mundo del packaging es que no se trata de un concepto reciente, sino que ha ido evolucionando en paralelo con el desarrollo de la sociedad a lo largo de los siglos. De hecho, se remonta a los inicios de la historia humana y siempre ha estado vinculado a las particularidades culturales y geográficas de los pueblos; en definitiva, al desarrollo de la civilización. Cuando oímos que la industria del packaging está sujeta a cambios constantes, es porque evoluciona de la misma manera que lo hace la propia sociedad, que también cambia de manera constante, incorporado nuevas necesidades que se tienen que satisfacer y dificultades que se deben resolver. Esto es algo que influye en nuestra manera de consumir productos y con ello, también en la manera de envasarlos. De esta complejidad y cambios constantes es de donde probablemente surgen buena parte de los grandes desafíos a los que se enfrenta la industria del envase y embalaje. Simplemente la aparición de un material que ofrezca nuevas propiedades puede hacer que surjan o desaparezcan empresas, tecnologías o incluso tendencias de consumo. Puede dejar obsoletos procesos de producción, cambiar las dinámicas competitivas en el sector o incluso determinadas políticas y normativas de comercialización. En el pasado, incluso podría determinar el futuro inmediato de la economía y desarrollo de una comunidad o de un país. Si miramos hacia atrás, no encontraremos registros que determinan cuándo se utilizaron exactamente los primeros envases; solo se puede especular a partir del hecho conocido de que los humanos primitivos eran cazadores/recolectores nómadas que vivían de lo que conseguían de la tierra salvaje, lo que suponía unas limitaciones enormes para asegurar la alimentación diaría y limitaba el desarrollo de las sociedades a pequeños núcleos de personas, básicamente clanes. Esto les obligaba a estar en continuo movimiento, condicionados por las temporadas de disponibilidad de los principales alimentos vegetales que consumian. Debido a esto y con el paso del tiempo, fue surgiento la necesidad de tener contenedores y otros elementos que les permitieran conservar y transportar sus posesiones; de esta necesidad surgiría el primer concepto de envase, que inicialmente se limitaría al uso de materiales como hojas, pieles de animales, nueces o calabazas. En Mesopotamia y el Antiguo Egipto, dos de las civilizaciones más antiguas que se conocen, empezaron a trabajar el vidrio hacia el año 2500 a.C., pero era muy costoso y se consideraba una piedra preciosa normalmente reservada a la realeza. No tenía más utilidad práctica que la ornamental; sin embargo, fue también la necesidad de esos pueblos la que finalmente les empujó a desarrollar y mejorar la técnica para trabajarlo, lo que les permitió llegar a elaborar los primeros recipientes de vidrio con los que almacenar alimentos y agua, algo que empezó a transformar a aquellas sociedades y sin duda impulsó su crecimiento. Los primeros recipientes de cristal aparecieron en estas zonas alrededor del año 1500 a.C., los cuales, junto con los realizados en arcilla o metal, serían los primeros envases rígidos de uso general más antiguos que se conocen. Por otra parte, los primeros "envases flexibles" son atribuidos a la antigua China gracias al desarrollo del papel. Los registros existentes estiman que entre el siglo I y el II se comenzó a utilizar corteza de morera tratada para envolver alimentos. Con el perfeccionamiento de las técnicas de fabricación de papel, en siglos posteriores también se empezó a utilizar para envasar otros artículos como medicinas o té. La aparición y generalización del uso de distintos conceptos de envase permitió el ...