El famoso cantante Natanael Cano seguramente no sabe esto, pero el 27 de noviembre de 2023 su vida glamourosa quedó atada para siempre a la de un narcotraficante de poca monta que murió consumido por el fuego. Sus caminos jamás se juntaron —el primer por famoso y millonario y el segundo porn ser carne de cañón del crimen y empobrecido— pero aquel lunes por la noche los unió la misma desgracia: estar bajo la mirilla del mismo grupo criminal, Los Matasalas. A finales de noviembre del año antepasado, Natanael Cano concluía con éxito la Gira Tumbada 2023, con la que llenó arenas y estadios por el país, y festejaba ser de los 10 músicos más escuchados en México en la plataforma Spotify. En esas celebraciones estaba cuando un dealer apodado “El Paletas” fue atrapado por un comando en el municipio Benjamín Hill, en el norte de Sonora, y fue atado de pies y manos al lugar más conocido del pueblo, el monumento ferrocarrilero, donde lo quemaron vivo con gasolina para el horror de decenas de vecinos. Hasta que el cuerpo dejó de arder, la policía se acercó a esa pira humana y encontraron un mensaje en el que, parafraseando a los autores, eso le pasaría a “los traicioneros”. La firma era de Los Chapitos, quienes así hicieron llegar a las primeras planas de los diarios nacionales la existencia de otro brazo armado: Los Matasalas, el apócope de Los Mata-Salazar. El clan de Los Salazar fue leal a la cúpula del Cártel de Sinaloa desde los años 90. Los hermanos Adán y José Crispín Salazar aprovecharon su influencia como contrabandistas independientes de marihuana y amapola en el desierto de Sonora para volverse indispensables para Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien en aquellos años soñaba con dominar el narcotráfico en México. Los Salazar no sólo garantizaban la seguridad de los sinaloenses en aquel estado fronterizo, sino que le dieron el Cártel de Sinaloa el control de plazas importantísimas como Hermosillo, Caborca y Sonoyta. Las dos familias fueron grandes aliadas. Más que amistad, compadrazgo, porque en el norte del país casarse no es sólo un acto de amor, sino una estrategia de negocios. Cada vez que “El Chapo” cayó, Los Salazar lo ayudaron a volver a las calles con hombres, dinero y logística. Pero cuando Joaquín Guzmán López no pudo volver a la libertad después de su tercer arresto e inminente extradición, Los Salazar tuvieron que entenderse con Los Chapitos, a quienes veían con malos ojos. Los pensaban juniors, inexpertos, engreídos. No merecían compartir la silla que alguna vez ocupó su padre, pero se guardaron el disgusto y trabajaron a regañadientes… hasta hace dos años. Vino entonces la detención de Ovidio Guzmán, “El Ratón”. La definitiva, la del 5 de enero de 2023. El Culiacanazo II. México respondía así a las presiones de Estados Unidos por la ola de fentanilo que enviaban al norte los herederos del “Chapo”. Y en otro sorpresivo golpe, en septiembre de hace dos años, se realizó de manera exprés la extradición de Ovidio. Con su salida del país, un rumor comenzó a rugir en Culiacán: el Tío Sam doblaría con tanta fuerza al joven chapito para que traicionara a familia que sólo era cuestión de tiempo para que Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín —sus tres hermanos— fueran detenidos. Los Chapitos apresuraron una estrategia. Y menos de tres semanas después de la extradición de Ovidio, los hijos del “Chapo” colocaron mantas por todos sus bastiones para deslindarse de la producción y distribución de fentanilo. Incluso, anunciaron que asesinarían a cualquiera que moviera ese opioide sintético por sus territorios. Así buscaban quitarse la presión de Estados Unidos. La decisión, cuentan en Sinaloa, fue unilateral. No fue consultada con las demás familias criminales, que de pronto estaban fuera de un negocio de unos mil millones de dólares anuales. Los Salazar se rebelaron y continuaron con el fentanilo hacia Estados Unidos, complicando los planes de Los Chapitos. Entonces, Los Menores hicieron una jugada agresiva: crearon un brazo armado sólo para acabar con Los Salazar mediante ejecuciones extraordinarias de pegadógica violencia. Los Matasalas. Y el hombre quemado en Benjamin Hill era parte de esa estrategia de horror. Desde entonces, Los Matasalas han probado ser letales y arrogantes. Ayudados por veteranos criminales de Sonora, han crecido en poder de fuego hasta convertirse en un dolor de cabeza para policías y militares. Y su último gran movimiento anuncia daños a un inesperado sector: el del espectáculo. Aquí entra, de nuevo, en la historia, Natanael Cano. El 5 de enero, en Hermosillo, Sonora, los Matasalas dejaron una manta colgada afuera de un plantel escolar. Esta vez, los protagonistas son los músicos Natanael Cano, Tito Torbellino, Javier Rosas y agurpaciones locales e influencers de Hermosillo, Guaymas, Ciudad Obregón y Navojoa. Los firmantes les reclaman que apoyan ...